“NO ME MOLESTES QUE ESTOY ENVIANDO UN TWEET”…
“NO
ME MOLESTES QUE ESTOY ENVIANDO UN TWEET”…
Que las redes sociales se
han metido en nuestras vidas y las han cambiado radicalmente, no es un secreto
para nadie. Si hay algo que es realmente socialista, desde la más férrea definición
de igualdad, es el uso de las redes. Todos, sin distingos, tenemos la
disponibilidad para hacerlo, no hacen falta equipos sofisticados ni profundos
conocimientos de tecnología para “entrar” en este mundo mágico y compartir, en
tiempo real, con muchas y diferentes personas, en simultáneo y en cualquier
parte del mundo.
Hasta allí el tema se hace
muy interesante y enriquecedor. El que podamos todos, sin importar edades, sexo
o tendencias sociales o políticas, estar cerca del conocimiento nos da una
enorme potencialidad de crecimiento individual y colectivo. El mundo está,
literalmente, en nuestras manos y tenemos acceso a cualquier cosa que nos
interesa y nos propongamos. Desde aprender como planchar una camisa, a través
de un tutorial en YouTube, como fue mí caso, hasta realizar una intervención quirúrgica
en África y transmitirla en vivo y directo a universidades en el mundo.
Definitivamente, el uso de
las redes bien administrado y con un objetivo claro de su uso, nos lleva a
obtener beneficios importantes. Si tan solo queremos estar al día con lo que acontece,
no importa donde estemos, si tenemos señal, podemos “hojear” las noticias de
los diarios del mundo y conocer en detalle las situaciones. Para los hombres de
negocios y los de ciencias, brinda información en tiempo real, que permite la
toma de decisiones vitales para el desarrollo de empresas, productos e
industrias.
El tema está en nosotros los
simples mortales y nuestra bendita debilidad para hacer de las cosas sencillas
algo complicadas y peligrosas. Vemos con profunda inquietud como el uso
indiscriminado de estas redes sociales está provocando en sus usuarios y
relacionados serios problemas a nivel de comportamiento y actitud. Un estado de
conexión permanente "provoca inquietud, falta de concentración y
alteraciones del ánimo", aseguran los psicólogos. Hay gente que no es
capaz de desconectarse nunca y la idea de pasar tan solo un rato sin poder
acceder a sus perfiles para actualizarlos o para “ponerse al día” les parece
algo totalmente imposible.
Nos
volvemos impersonales y no vemos ni atendemos a hijos, padres, parejas, compañeros,
amigos, jefes y clientes. Esta necesidad de estar “conectado” permanentemente,
trae como consecuencia la aparición de ansiedades y sentimientos de angustia y
desesperanza. Y esta ansiedad que produce la necesidad de la conexión, se
vuelve una vía hacia la depresión, convirtiéndose esta simple aventura en una grave
adicción, afectando seriamente nuestras relaciones verdaderas.
La
vida está más allá de las redes. O mejor dicho, más acá… justo a tu lado, con
los tuyos. En esa relación directa y de contacto que tienes con cada persona
que te rodea. No dejes de apreciarla por encerrarte con una pantalla de teléfono,
tablet, computadora o televisor. La felicidad está en las vivencias que tenemos
con los seres que compartimos y que están allí para ser tomados en cuenta y
considerados.
Tu
red más importante eres tú y los tuyos.
Disfrútala.
Saludos
Arnaldo García Pérez
@arnaldogarciap
arnaldogarciap.blogspot.com
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